He dicho muchas veces que cuando una familia o un grupo de amigos viaja a una casa rural, gastronomía y turismo son un matrimonio bien avenido; y es que así lo creo realmente.
¿Quién no ha viajado a un pueblo y se ha llevado para la familia los dulces típicos de la zona?
El turismo rural actualmente se nutre de muchos factores, un entorno interesante con valor histórico si puede ser, unas instalaciones donde no falte de nada, y unos servicios que hagan más cómoda la estancia. Ahí entra la gastronomía, si el servicio forma parte del alojamiento el viajero se siente mimado y se siente el protagonista de su propio viaje con todo a mano, o en el caso de la gastronomía “a boca”…..
Si voy a Segovia quiero probar el cordero, el cochinillo, el ponche, los judiones… igual que si voy a Galicia con el exquisito pulpo o me bajo al sur a tomar el mejor atún rojo.
No tenemos que olvidar la diversidad de establecimientos hosteleros que dotan de la mejor gastronomía a las ciudades y pueblos de España, desde los platos más tradicionales a los más innovadores y que también vienen a completar el turismo rural gastronómico. A veces, la visita de los viajeros a la ciudad de referencia termina con una cata de la gastronomía de la zona regada en la mayoría de los casos con los mejores vinos del lugar.
Pero volvamos a la opción cómoda y económica de degustar la gastronomía dentro de la casa rural: aquí el restaurante lo prepara y se lo lleva al establecimiento para que el viajero lo disfrute en familia, en su intimidad y sin prisas.
Otra forma de conocer la gastronomía de la zona; como ya dije, un matrimonio para toda la vida y muy bien avenido.